Todo era un caos, llantos, muertes y lamentos llenaban los oídos de aquellos que no estaban infectados, aún. Más de dos tercios de la población mundial estaba infectada, la mayoría terminaba colgada del techo o con su cuerpo formando una dantesca escena en la entrada de algún edificio, el no poder oír, uno de losSigue leyendo «Gobierno de una extinción»